Una de las cosas más importantes para mí es tener tiempo para leer y para escribir. (Sí, es más importante la salud de mis hijos y algunas cosas más, pero tú ya me entiendes.)
En el caso de la lectura puede que, como a mí, te invadan dos sensaciones:
Comienzo a leer un libro y no me está gustando (en realidad me está aburriendo), pero no puedo dejarlo hasta que lo no acabo. Los motivos son varios:
- Cabezonería.
- Amortizar el gasto de la compra. (Algún día te contaré cómo mientras mis amigas esconden la ropa que se compran, yo escondo libros en mi despacho y en el maletero de mi coche).
- Por si mejora la trama más adelante.
- Para aprender alguna técnica narrativa.
- Por el famoso «qué no debo hacer yo, si no deseo aburrir al lector«.
- Aquí podríamos incluir un larguísimo etcétera, pero básicamente, y volviendo al principio, por cabezonería.
O bien, cuando disfrutas de un libro, cuando estás tan metida en la trama que sufres con los personajes. Ese momento glorioso en el que no puedes dejar de pensar qué va a pasar y buscas cada minuto del día para retomar el libro, deseando que no acabe nunca o que tenga segunda o tercera parte… (más a mí se me hace un poco pesado).
Dicen que hay poca gente que lee en España, pero creo que a los que nos gusta, tenemos una afición que roza la adicción.
Está claro que
tú y yo necesitamos tiempo para leer.
La reflexión
Cuando terminé el borrador de mi primera novela la pregunta más repetida por amigos y familiares fue: “¿De dónde había sacado el tiempo?”
¿Trabajas? ¿Estudias? ¿Tienes hijos o personas dependientes? ¿Un montón de compromisos sociales? ¿Platos por fregar y ropa para planchar? ¿Una afición a la que te gustaría dedicar algo de tiempo?
Vamos a ver si podemos organizar un poco todo este caos para ayudarte. Necesitas encontrar un hueco para leer, escribir o dedicarte a esa afición que tienes aparcada por falta de tiempo.
¿Te he dicho alguna vez que soy experta en organización del caos?
Soy una firme defensora del tiempo para ti. Todos deberíamos tener nuestras aficiones personales, al margen de pareja o hijos.
Los niños deben tener tiempo para jugar, aparte de ir al colegio y hacer deberes. Los jóvenes necesitan salir, divertirse con sus amigos y hacer deporte, además de estudiar. Los mayores necesitamos tiempo de esparcimiento que podemos usar para leer, practicar deporte o cualquier otro tipo de actividad que nos agrade y despeje nuestra cabeza de los problemas diarios. (Sí, aunque me duela reconocerlo ya no estoy entre los jóvenes).
Todos tenemos compañeros de trabajo, amigos, familiares o conocidos con crisis de ansiedad o depresión porque nuestras cargas personales o profesionales nos consumen hasta acabar con nosotros. Llega un momento que quien lo padece dice que no puede más.
Por eso creo que debemos respetar y hacer que los nos rodean respeten nuestro tiempo personal, pero también debemos adaptarlo a nuestras circunstancias personales.
En este artículo me voy a centrar en la afición lectora, pero lo podéis adaptar a cualquiera de vuestras aficiones.

Me gustaría leer, pero no tengo tiempo
1. Controla el tiempo que dedicas a cada una de tus ocupaciones
Entre semana, nos levantamos, desayunamos, nos aseamos y nos vamos al trabajo, o a la universidad, o tenemos otras obligaciones. ¿A qué hora comenzamos y a qué hora acabamos?
Antes de continuar tal vez debería decirte que soy una persona puntual y suelo tener mucho control sobre el tiempo que dedico a cada tarea. Te animo a que comiences a ser consciente de las horas que le dedicas a cada una de tus ocupaciones. Así es más fácil no perder el tiempo. Sí, no te ofendas. En el día a día perdemos mucho tiempo.

Si eres de los que se mueve en transporte público te animo a que, en el extraño e hipotético caso de que no lleves libro corrijas eso y ya puedes dejar de leer este artículo.
Si no es el caso, seguimos.
2. Lleva siempre un bolso grande, con un libro dentro
Yo voy al colegio de mis hijos un poco antes de la hora de la salida porque aparcar es un infierno. Cuando por fin lo he conseguido hay una cafetería cercana en la que aprovecho para leer un rato.
Todos los días puedo sacar media hora más o menos. Hay que aprender a concentrarse y no escuchar conversaciones ajenas; además eso está muy feo. (Salvo que les estés convirtiendo en personajes de tu próxima novela, en ese caso adelante, pero que no se den cuenta).

3. Aprovecha las oportunidades, para leer en cualquier momento
Stephen King, en su libro Mientras escribo, recomienda la lectura como una de las herramientas más importantes para un escritor con el siguiente consejo:
“Yo nunca salgo sin un libro, y encuentro toda clase de oportunidades para enfrascarme en él. El truco es aprender a leer a tragos cortos, no solo a largos. Es evidente que las salas de espera son puntos de lectura ideales, pero no despreciemos el foyer de un teatro antes de la función, las filas aburridas para pagar en caja ni el clásico de los clásicos: el váter.”

4. Las tareas menos apetecibles deben ser las primeras que hagamos
En mi caso ya hemos recogido a los niños del colegio y llegamos a casa. Llevamos todo el día fuera y hay tareas del hogar que nos esperan ansiosas. Poner una lavadora, recoger el lavavajillas, algo de plancha, limpiar los baños. Yo tengo una persona que me ayuda varios días a la semana. No obstante, siempre hay algo por hacer. Si puedes contratar a alguien para que te ayude, perfecto. Si no, hagamos eso lo primero y rapidito, que tenemos muchas otras cosas que hacer. Destinemos una hora para esas tareas del hogar. Ya nos las hemos quitado de encima y no hemos tardado tanto como pensábamos. Vamos bien.
5. Aprende a poner el móvil en modo silencio y a ignorarlo, incluso a apagarlo, cuando estés leyendo
Si tienes que hablar con tus padres para ver qué tal les ha ido el día, o con alguna amiga que sabes que se encuentra baja de moral, o con tu cuñada porque preparáis algún evento familiar es el momento de que aproveches para poner el manos libres y seas multitarea. Puedes recoger la ropa, planchar o poner el lavavajillas mientras tanto. Yo también suelo aprovechar los trayectos cortos en el coche para hablar por teléfono. Después, cuando te sientes a leer, ponlo en modo silencio y no cojas llamadas salvo que insistan (no vaya a ser algo de vida o muerte).

Parece que la sociedad actual se ha acostumbrado a eso de tener que contestar los mensajes sobre la marcha o coger el teléfono móvil siempre y en cualquier lugar. No señores. Yo no tuve móvil hasta que no empecé a trabajar y no pasaba nada. Los primeros móviles no eran tan inteligentes y no pasaba nada. Aprendamos a utilizar las herramientas a nuestra disposición, que no son buenas ni malas, depende del uso que le demos.
6. Pon un horario a las redes sociales, son ladronas de tiempo y enemigas de la lectura
Hoy en día, en lugar de leer un buen libro, tonteamos con el móvil; vemos los mensajes de las redes sociales y entramos en el perfil de WhatsApp las amigas, que hace tiempo que no vemos, para ver su nueva foto. Analizamos qué tal han envejecido o si están bonitos sus niños.

7. Los deberes son para tus hijos, no para ti
Son las siete de la tarde y en mi casa se cena a las nueve. Personalmente es el momento en el que yo dedico dos horas diarias a escribir. Tú puedes leer, pintar, hacer punto de cruz, o tocar la guitarra. Haz lo que te apetezca. Este es tu momento. Podrá ser de dos horas, como en mi caso, de una o de tres. Eso da igual, lo importante es que todos los días tengas un rato para ti.
Si tienes hijos tal vez pienses que por las tardes te toca hacer los deberes con ellos y no tienes tiempo. Voy a intentar no extenderme porque esto es especialmente delicado para muchos padres.
Los niños tienen que entender en clase lo que dice su profesor o profesora y luego en casa, si les mandan deberes, deberían poder hacerlos solos si han entendido en clase a la profesora (no sé si se aprecia el círculo).
Pues bien, podrán preguntar a papá o a mamá porque no entienden algo PUNTUAL, pero los papás no debemos hacer los deberes con nuestros hijos a diario y como norma. Debemos enseñarles a ser autónomos y debemos enseñarles a estudiar. Si los niños llevan mal hechos los deberes al colegio no pasa nada, así el profesor se puede dar cuenta de que el niño no ha entendido nada de lo que se ha dado en clase y se lo volverá a explicar. (Si quieres además se lo pones en la agenda: Don Fulanito, mi hijo lleva los deberes mal porque no ha debido entender lo que han dado en clase. Le ruego que se lo vuelva a explicar).

El niño debe acostumbrarse a estar atento en clase o le va a caer una buena al día siguiente, pero por desgracia así aprendemos. Si le haces tú los deberes se va a acostumbrar y no vas a tener ningún momento para ti. (Además reza porque estudie una carrera fácil. No vaya a ser que además quiera hacer contigo la carrera de medicina si estudiaste derecho, como yo).
8. No veas la tele por verla y no la enciendas para que te haga compañía. No hay mejor compañía que la de un buen libro, amigos y la familia
Terminamos con baños y cenas. Llega el momento de la televisión. En mi casa la televisión está siempre apagada, desde la mañana a la noche. Se enciende si vamos a ver juntos una película y eso suele ser por la noche después de cenar.

El tiempo es tuyo
Por regla general seguimos una rutina diaria, pero hay veces que tenemos reuniones, cursos, médicos, o cualquier otra tarea que nos impide tener ese tiempo para leer que necesitamos. Por ese motivo al principio te comentaba que debes analizar también la semana.
Si tienes una semana especialmente complicada debes buscar en el fin de semana ese hueco que te vas a reservar para ti. Hazlo. Lo necesitas.
Hasta aquí hemos analizado los días de diario, que son los más complicados para sacar algo de tiempo libre. Si no has tenido tiempo para ti entre semana, el fin de semana tienes que compensarte y dedicarle más tiempo a tu afición.
En los fines de semana y las vacaciones tenemos más tiempo libre para hacer deporte, dar paseos, leer y divertirnos. No deberías tener demasiados problemas para disfrutar de tus aficiones.

Permíteme, antes de terminar el artículo, darte un último consejo. No pierdas el tiempo. Analiza los huecos libres entre semana y ponte unos objetivos (medibles y alcanzables). Si no puedes cumplirlos todos los días de diario corrige los fines de semana. Y lo más importante de todo: Disfruta con la lectura.
¿Y tú? ¿Tienes tiempo de leer? ¿Piensas que es un problema de organización?
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