El siguiente personaje de Los Hijos de los Magos Muertos es Daren, el mejor tirador de la armería de Akwaburgo.
Daren es un personaje introvertido, reflexivo, analítico y vengativo.
A causa de un accidente se quedó cojo, pero él odia que le subestimen o le tengan pena por este motivo. Daren tiene una personalidad turbia. Por un lado tiene un miedo atroz a su jefe, al que odia con toda su alma, pero también odia que le minusvaloren por su discapacidad, por lo que muestra una gran fuerza de voluntad para estar a la altura de sus oponentes. Mantiene una lucha interna contra su ira y su sed de venganza.

Ilustración de Libertad Delgado Rodríguez
“Daren se apresuró a recoger las piezas de los contenedores para llevarse las armas y la munición necesaria a la sala de tiro. Cogió un carro repleto, colocó su bastón sobre él y lo arrastró mientras se apoyaba. Esa tarde el dolor de su pierna era más intenso, y la cojera más evidente. Una vez en la sala de tiro, preparó unas dianas. Volvió a la mesa donde tenía el armamento, cogió varias piezas y, como si de un puzle se tratase, montó la primera arma. La cargó por la culata, se puso unos trapos en los oídos y comenzó a disparar.
Era el mejor tirador de la fábrica. En las tres dianas que tenía delante había círculos concéntricos de varios colores. Mirase el circulo que mirase, daba igual la distancia, siempre acertaba.
Una vez, lord Gudbrand y Augus lo llevaron a las afueras de la ciudad. En mitad del campo decidieron comprobar su puntería. Estuvieron horas disparando y no quedaron conformes hasta que se dio cuenta de que debía dejar de acertar los tiros para que lo dejasen en paz. Ese día aprendió que nunca hay que mostrar a los demás de cuán capaz se es en realidad. También fue el día que tuvo la oportunidad de vengarse y de matarlos a ambos, pero era un niño de apenas diez años y el miedo tomó la decisión por él. Si tuviese otra oportunidad, no la dejaría escapar. Una fábrica de armamento era el lugar ideal para alguien que deseaba venganza, pero él aún no había encontrado el arrojo suficiente para hacerlo. Hasta ese día.”
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